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Hyperion (con un 75% menos de spoilers que otras reseñas de la red)

Publicado por Alexander Bukarov.

Basta sumergirse unas pocas páginas en Hyperion (Dan Simmons, Doubleday, 1989) para comprender que el universo concebido por el autor no va a ser compasivo ni con sus propios personajes ni con el lector. La sombra del  titán cromado conocido como Alcaudón acecha a cada vuelta de página sembrando muerte. Tambores de guerra resuenan en todas las colonias anunciando un conflicto galáctico con los temidos Exter, hermanos perdidos de la humanidad, al  tiempo que  las IA tejen sus planes insondables en el vacío.

Cada frase de esta novela sugiere enigmas que rogamos encuentren respuesta y no nos dejen con un agrio regusto a macguffin en la boca. ¿Qué es el Alcaudón? ¿Y el cruciforme?, ¿Las mareas antientrópicas? ¿Las tumbas del tiempo? ¿Por qué se exiliaron los Exter al “afuera” hace ya miles de años? ¿Qué secretos oculta el Tecno-Núcleo? ¿Hay alguna esperanza en las estrellas?

La historia narrada en esta novela  es la historia de una peregrinación.  De siete viajeros espaciales (Sacerdote, Militar, Poeta, Filósofo, Templario, Detective y Cónsul) con personalidades y motivaciones dispares, si no directamente opuestas, reunidos por la misteriosa Iglesia del Alcaudón para dirigirse a Hyperion, planeta en el que reside la clave para salvar la  galaxia de la destrucción.

Simmons acierta de lleno al  trasladar el planteamiento de los Cuentos de Canterbury de Chaucer a los escenarios de una Space Opera con elementos cyberpunk.  De modo que el desarrollo de la trama principal se ve complementado con  la narración que hace cada personaje sobre su pasado y los motivos que les empujaron a realizar este viaje apocalíptico. Estos relatos constituyen el alma de la novela, y cada uno se nos revela como una pequeña pieza de un puzle brillantemente concebido.

Al dividir la novela de esta manera Simmons consigue generar al lector una sensación de cercanía, de proximidad al personaje. Conocemos sus secretos, sus anhelos, esperanzas o desesperanzas según el caso, relaciones familiares, conexión con el Alcaudón e Hyperion, etc. Al mismo tiempo y con toda la intención nos  aporta información fragmentaria  sobre el vasto entramado que se ha ido tejiendo a nivel interestelar y que por separado cada protagonista ignora. Habrá momentos en los que al contrastar diferentes puntos de vista,  nos preguntemos si la narración que cada uno de ellos acaba de compartir no será más bien una farsa, manteniendo al lector en tensión. Haciendo muestra una vez más de maestría en su campo Simmons emplea pequeños trucos para romper la dinámica “me presento y les hablo de mi pasado”, utilizando diarios, grabaciones, poemas, y carismáticos secundarios.

Simmons se podía haber contentado con revelar la trama desde distintos personajes pero va más allá.  Parte del axioma un nuevo personaje, un nuevo género. Así nos encontramos con narraciones filosófico-metafísicas, de acción, ciencia ficción de línea dura, poesía, etc. Y la temática varía de historias opresivas rayando el terror, para pasar al relato épico o la evocación decadente. Los personajes ganan en verosimilitud al expresar su percepción de los hechos mediante el género más acorde con su personalidad y circunstancia.

Sin desvelar mucho más de la historia, pues ya me acerco a ese 25% que me había propuesto, debo mencionar la sutileza con que se trata la figura del Alcaudón. Su amenaza empapa todo el relato. Apenas una descripción superficial aportando detalles de su fisionomía metálica basta para auparlo a la categoría de villano. No nos hace falta conocer sus planes, si es que los tiene. Nos basta con saber que  ¿vive? empujado por la pulsión de matar. Que frente a su naturaleza animalística no hay lugar para el razonamiento. Y vamos anticipando en nuestra imaginación el momento en que los peregrinos tengan que hacerle frente.

Como punto negativo debo mencionar que el desenlace del libro se antoja algo acelerado, más aún cuando ha llevado cientos de páginas reseñar un viaje de pocos días. En particular, y dejando claro que no llega a  resultar decepcionante, la narración del Cónsul, personaje capital, se ventila atropelladamente. ¿Quizás se trataba de vincular una vez más el estado emocional del personaje al estilo narrativo?

Igualmente en las últimas líneas nos topamos con un guiño al Mago de Oz sumamente artificial y forzado. De repente los protagonistas actúan de forma completamente opuesta a  lo que el lector podría esperar con la información que se nos ha proporcionado.  ¿Alguien se imagina a Brawn Lamia tendiendo la mano hacia el poeta? No descarto que Simmons  pretendiera subrayar la evolución de los personajes con el transcurso del viaje pero intuyo otro motivo más prosaico. Teniendo en cuenta la existencia de una saga de cuatro libros me inclino por pensar en una injerencia editorial obligando a concebir un punto de inflexión en una novela que se acercaba a su clímax. La lectura de La Caida de Hyperion, segundo volumen de esta fábula seguramente arroja luz a esta cuestión.

Probablemente esta pequeña reseña  no haya hecho justicia a la opinión que tengo sobre este libro. Es una joya. Una experiencia ineludible para todo fan de lo que siempre ha sido la buena ciencia ficción, mezcla de acción y dilemas que aviven la llama de nuestra imaginación a partes iguales.  Si a pesar de todo lo dicho no te atrae la lectura de Hyperion te recomiendo que les des una oportunidad a las narraciones del Sacerdote y el Filósofo, incluso separadas del cuerpo principal son el paradigma de ese arte que a buen seguro perdurará  por siempre en la tierra o en alguna futura colonia espacial: el arte de contar historias.

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(El Alcaudón. Una especie de Raphael galvanizado con muy mala leche. Na-na-na-na estas muerto)

Fuente imagen: culturespub.files.wordpress.com

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